Pobrecito el cocodrilo.
La rabia del tigre venía de lejos, de muchos días en que las cosas le salieron mal.
Lo había engañado un zorro, lo había engañado un mono, lo había engañado un quirincho, lo había engañado un conejo.
Las cosas no podían seguir así. Por algo él era el más fuerte, y el más generoso, y el más inteligente… Bueno, digamos, el más grandote.
- Y le voy a poner remedio a esta situación - bramó.
- ¡Bravo, bravo! – coreó un grupo de sapos que quería quedar bien con el tigre.
- Y me voy a comer a todos los que tengan patas largas…
- ¡Muy bien, muy bien! – gritaron alborotados los sapos.
- Y después me comeré a todos los cogotudos…
- ¡Hurra, hurra! – siguió el coro de sapos.
- Y después a todos los que tengan plumas…
- ¡Bien hecho, bien hecho! – gritaron con más fuerza.
- Y después a todos los que tengan boca grande…
Aquí todos se callaron. Hasta que el sapo que dirigía la orquesta, frunciendo la bocaza se animó y dijo:
- ¡Pubricitu el cucudrilu!
Revista Humi, Cuentos de pícaros, Año 1, Nº 10, 1983.
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2 comentarios:
Este cuento tiene autor o es tradicional?
Es un cuento tradicional.
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